domingo, 7 de septiembre de 2008

La virtualidad de la libertad


¿Realmente somos libres? Llevo días dándole vueltas a esta frase y cada vez que llego a una conclusión, la respuesta nunca deriva en el mismo adverbio. Y es que realmente no somos libres para nada... No puedo partirle la cara a nadie "sólo" por insultarme, o darle una colleja a un niño ajeno por contestarle mal a su propia madre. No puedo tener el coche que quiero porque no puedo pagarlo, y no puedo pagarlo porque nadie me quiere dar una oportunidad para demostrar que sirvo para algo, y no me dan la oportunidad porque la economía no les permite cometer errores, y al no poder permitirse errores empiezan a aligerar la "carga" de personal, y al hacer esto, crean paro, al crear paro no reparan e el daño que crean, la frustración y el resentimiento que por algún lado deberá salir. En el paro, hay gente que realmente necesita trabajar, gente (como yo) que no puede permitirse el lujo de estar literalmente parado en casa. Para esta gente (que aunque no lo parezca es la mayoría) cada entrevista es un reto feroz para hacerse con un sueldo, o mejor dicho, con el futuro de los suyos. La cosa está mala, porque las libertades están marcadas como en una baraja de cartas. El que sabe cómo leerlas, ganará la partida.

Y yo me planteo cosas. Podría empezar a hacer cosas para ganar dinero, pero la mayoría de cosas que podría hacer no son legales (están fuera del alcance de quien no es libre). Esto da que pensar, no? realmente no soy libre de poder hacer lo que sea necesario para sacar a los mios del atolladero. Porque si lo hago me castigarán. Si realmente fuera libre de hacer lo que yo quisiera, no estaría en esta encrucijada.

Que fácil sería empezar a hacer de cobrador de morosos por la fuerza. Si, ir a ver a un moroso de parte de un deudor, por un porcentaje, y sacarle la deuda por la fuerza. Siempre he querido hacer eso. ¿Os imagináis por un momento, ir a un bar, localizar al moroso en cuestión, cogerle por las solapas y decir a todo el mundo lo que es? Lanzarle fuera del bar, cogerle las manos y ponerlas debajo de las ruedas de un coche. Aplastarle todos los metacarpianos y dejarlos hechos trizas. Decirle que ahora sí es un maniroto. Que te de toda la deuda ahora o la próxima mano será la de su esposa o la de sus hijos. Lástima que eso ya no se lleve. Que encima esté mal visto. Esto crearía mas empleos de los que parece. Porque por cada cobrador, deberían poner a 3 médicos más en urgencias con sus respectiv@s enfermer@s.

Y el trabajo que ahora estaría de moda, sería el de torturador de pedófilos... joder, se me pone la piel de gallina sólo de pensar que podría dar rienda suelta a las voces... mmmmmm... Arrancarles las uñas y poner los dedos en vasos con sal... pequeños cortes cerca de los genitales y bañarlos con alcohol... mmmmmm... todo eso y más aderezado por la música de Ludvig Van Beethoven a lo "Naranja mecánica"... mmmmmmm...

O reeducador de maltratadores (tanto de mujeres como de niñ@s). Este ya, con casos personalizados donde el ojo por ojo sería un mantra a seguir. Cuantas costillas le rompiste? Durante cuanto tiempo la hiciste callar? Sabes cuantas horas tiene un día? Sabes cuantas lágrimas derramó?

Os preguntaréis a que viene la imagen de Alan Shore y Denny Crane al principio de la entrada. Pues da la casualidad de que viendo esta tarde Boston Legal, he escuchado un alegato de Alan Shore alegando que algunas leyes y libertades están explotadas y/o mal aplicadas. Y es que estoy de acuerdo. Pero que son las leyes sino barreras imaginarias a nuestras libertades. Para no tener que estar pendientes de las libertades de cada uno, se inventan libertades para todos los públicos para que favorezcan "a todos" pero que sólo unos pocos cumplen y que sólo otros pocos acatan.
Porque los ricos no van a las cárceles normales. Van a las de los ricos. Donde en vez de rancho les dan langosta bañada en cava de 50 euros la botella (buena receta, habrá que probar cuando me toque la lotería...).Y es que se habla mucho de una ley de la que últimamente no he visto ningún resquicio: la de la selva. La de que el más fuerte es el que sobrevive. Yo no creo que el más fuerte sobrevive. Simplemente el que tiene más suerte. Suerte porque no le han echado del trabajo, suerte por nacer de familia bien, de estar en el momento adecuado en el sitio exacto...